martes, 5 de julio de 2011

Con el perdón en la boca

Por Gabriel Suárez

En estos últimos días, he recibido tantas solicitudes de perdón, que me han hecho sentir en una posición casi casi sacerdotal, y les cuento por qué.

La semana pasada tuve una cita con una proveedora para conocer sus servicios y saber si podíamos trabajar juntos en nuestra área de planning wedding. Sin embargo llegó treinta minutos tarde a nuestra cita, alegando como disculpa que “con el trafico de esta ciudad, es imposible llegar a tiempo a ningún lugar” a lo que yo pensé ¿y como es que yo llegue aquí a tiempo?

Obviamente, de la posibilidad de trabajar juntos, mejor ni hablamos…

Al día siguiente tuve una cita a las 9am en un corporativo de Paseo de la Reforma, corporativo que comienza labores a las 8:30am. Previniendo el tráfico, amigo solidario de esta ciudad Azteca, llegué a las 8:45am. Pregunté por mi cliente y me indicaron que no había llegado, pero que ya no tardaría, y bueno, el tiempo de espera fue suficiente para salir a comprar un café a la tienda de la sirenita verde mas cercana, tomarlo y volver cincuenta minutos más tarde y aún esperar cinco minutos más. Al entrar a su oficina escucho “Por favor perdona el tiempo de espera, pero con este tráfico es imposible llegar a tiempo”

La mañana posterior, el ofrecimiento corrió por parte de la encargada de un business center  de un hotel en Polanco, en donde Barea Solutions atendía a un cliente.  Se le solicitaron por escrito tres copias de unos documentos y dos copias más de otros.

Al recogerlos, estaban exactamente al revés. De inmediato su ruego hacia mi fue: “Te pido me perdones, confundí lo que me solicitaste, pero ahorita mismo saco las otras copias”. Mi pregunta mental fue: ¿no es este tu trabajo? Porque, dicho sea de paso, no tenía absolutamente a nadie que atender, además de a mi.

Por último, el viernes de la semana pasada, al llegar a un centro comercial, me persiguió por el estacionamiento una persona que lava coches, ofreciendo su servicio. Pregunté precio y tiempo y respondió: $50.00 pesos y en 25 minutos está listo. Acepté ya que tenía tiempo suficiente: yo iba a una selección de regalos para un cliente de Barea Solutions.

Al salir, me encuentro con la camioneta sin lavar y al lavacoches, comiendo un pan, sentado en su cubeta. Al verme salió corriendo hacia mí diciéndome. “Discúlpeme jefe, es que llegó una señora con mucha prisa, le lavé su coche y en lo que descansaba pues ya llegó usted”.

De verdad que creí que esto era un mal chiste o una cámara escondida, pero era real, ahí estaba nuevamente la solicitud del perdón, por lo que sospecho que en este país, el servicio va mas ligado con el perdón que con la eficiencia.

Así que a todos aquellos que anhelan el perdón, los absuelvo de la falta de servicio y atención y les invito a ir buscando otro trabajo, que del perdón hijos míos, lamentablemente no se vive. 

1 comentario:

  1. El perdón, las disculpas y las excusas están a la orden del día en todo tipo de relaciones laborales. Se podría pensar que el objetivo es trabajar lo justo, contando siempre con la benevolencia de los compañeros o de los clientes cuando no se resuelven todos los asuntos pendientes. Algunas personas tienen tan mala suerte.... siempre encuentran tráfico, su servidor no recibe ni almacena los mails, su volumen de trabajo triplica al del resto....

    Quisiera señalar también otra situación no menos cotidiana, que seguro merece tu comentario. Uno pretende resolver un problema o gestión de cualquier tipo. Llama o acude al lugar donde se supone que se puede resolver y la respuesta es: "Lo siento, no puedo ayudarle. Eso corresponde al área X"...y ese es el comienzo de un círculo donde unos se pasan la pelota a los otros.

    ¡Saludos!

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